Es imposible pensar en coches míticos y que no se dibuje en nuestra mente la imagen de un automóvil de formas redondeadas y graciosas. Sí, el Volkswagen Beetle es probablemente el coche más popular que existe, el que ha sobrevivido a los giros de la historia y se ha convertido en un icono para distintas subculturas. El Beetle ha evolucionado pero, a diferencia de otros, no ha renunciado a su esencia.
Si hace unas semanas os contábamos cómo el Renault 4 se había fraguado en la clandestinidad de la Francia ocupada por los alemanes, ahora nos adentraremos en los orígenes del Beetle, también estrechamente vinculados al nazismo, pero en un sentido muy distinto. El mismísimo Hitler se encuentra detrás del impulso a este automóvil e incluso de algunos de los elementos de su diseño. El führer había ideado una red de autopistas que debía unir toda Alemania de forma rápida por carretera, pero se encontró con que la mayoría de la población no disponía de coche. Por ello, en 1933 se entrevistó con el ingeniero Ferdinand Porsche para discutir sobre el desarrollo de un Volkswagen – vehículo para el pueblo, en alemán – que, con un precio máximo de 990 Reichsmarks, pudiera transportar a dos adultos y tres niños a 100 Km/h y que fuera de fácil mantenimiento.
Pese a que Porsche ya había formulado años antes los parámetros originales de un coche popular, lo cierto es que éste no fue financieramente viable hasta que recibió el apoyo de la administración nazi. Así es como en 1935 pudieron aparecer los primeros prototipos del Volkswagen Tipo 1, ya con su distintivo perfil redondeado y su motor de 4 cilindros Boxer enfriado por aire y montado en la parte trasera (en el 38 se incorporaría su característica luneta “Pretzel”). Sin embargo, sólo fueron producidas un puñado de unidades debido al estallido de la guerra en el 39. Su chasis y maquinaria fueron utilizados en un gran número de vehículos militares, y unos pocos ejemplares de uso civil fueron fabricados para la élite nazi hasta el 45, cuando la planta fue bombardeada por los aliados. En el 46, tras su reconstrucción y bajo las órdenes del Mayor británico Ivan Hirst, se logró la producción de 1.000 autos al mes, iniciándose así la larga carrera que lo ha llevado a convertirse en el coche que se ha producido durante más tiempo de la historia.
De coche popular a icono de masas
A lo largo de estos años, el Volkswagen Tipo 1 ha vivido numerosas variaciones y ha sido bautizado con muchos nombres distintos – Beetle en Norte-América; Escarabajo, en España y parte de América Latina; Coccinelle, en Francia, o – pero su identidad ha permanecido intacta. Seguramente, ello le ha valido convertirse en un coche emblemático para los hippies y los surferos, para la cultura tunning y para los modernos amantes de lo vintage. Su popularidad ha sido reforzada con apariciones en la pequeña y la gran pantalla. Desde series como The Love Bug, protagonizada por un Beetle llamado Herbie, o Transformers, donde los coches se convertían en robots, a películas como Sleepers, de Woody Allen, o Cars, nuevamente un producto de Disney, han estampado en nuestra memoria la imagen de este coche que marcó el inicio de la popularización del automóvil.