Nunca el nacimiento de un coche ha sintetizado tan bien un momento histórico, la resistencia de un pueblo, como lo ha hecho el del Renault 4CV. El segundo vehículo utilitario en ver la luz – el primero fabricado en Francia – merece, sin duda, un lugar privilegiado en la lista de nuestros mitos sobre ruedas sólo por las circunstancias en las que fue creado.
Nos situamos en 1940, en una Francia recientemente ocupada por los nazis y en la que se impone la intervención de las fábricas, incluida la de Renault. En ésta se prohíbe la realización de nuevos proyectos, ya que todos sus esfuerzos deben centrarse en el mantenimiento de vehículos militares y en la construcción de camiones. Sin embargo, dos de sus trabajadores, los ingenieros Fernand Picard y Charles Edmond Serres, que habían conocido el Volkswagen Escarabajo en el Salón de Berlín, desafían las órdenes y a escondidas empiezan a diseñar un automóvil popular, pensando en las estrecheces que viviría la población tras la ocupación.
Nuevos colaboradores se van incorporando al sigiloso proyecto, que debían llevar a cabo en paralelo a los trabajos encargados por el invasor. Pese al bombardeo de la fábrica por las Fuerzas Aliadas y gracias a un pacto de silencio entre los ingenieros y el resto de personal, el 23 de diciembre de 1942 un prototipo designado 106-E1, construido de forma artesanal sobre un chasis de aluminio y pesando tan sólo 457 Kg, consigue salir de la factoría en dirección a Versalles. Los resultados son positivos, pero requiere modificaciones y, entre idas y venidas, el 4CV es descubierto y los ingenieros son advertidos por desacatar órdenes.
No obstante, Picard y Serres no cesan en la búsqueda de mejoras, hasta crear el segundo prototipo, denominado 106-E2. Hacer pruebas se vuelve más difícil con el empeoramiento de las condiciones en la fábrica a medida que se acerca la derrota nazi, pero, cuando el 20 de agosto de 1944 París recobra su libertad, Renault tiene su modelo de coche popular prácticamente acabado.
Con la paz, llega el tercer modelo
Tras la guerra y como muchas otras empresas, la fábrica es nacionalizada y desde el Ministerio se exige a Renault la producción de 170.000 4CV antes de 5 años, lo que parece un reto imposible. A finales de 1945, aparece el tercer prototipo, el 106-E3, con carrocería de cuatro puertas, bloque motor de fundición y unas llantas en forma de estrella formadas por dos partes, que es presentado entre una gran expectación en el Salón del Automóvil de 1946. A primeros de septiembre, salen de la fábrica Renault trescientos 4CV atravesando los Campos Elíseos, por los que entonces casi no circulaban vehículos, formando una caravana por el centro de París que devolvió a los franceses la esperanza en la recuperación de su industria.
Desde entonces, el Renault 4CV, que dejó de construirse en 1961, se ha convertido en un clásico, un coche de coleccionista, alrededor del cual se han organizado actividades y asociaciones de amigos. Ahora es inevitable preguntarse si el empeño de aquellos ingenieros que compartían un sueño clandestino no bebía de la intuición que su realización haría historia.