Cada vez son más los conductores que adquieren vehículos dotados de la tecnología GLP o que deciden adaptar sus coches con motor de gasolina para que puedan utilizar este carburante también conocido como autogás. Pero, ¿en qué consiste el GLP y por qué, con paso lento pero firme, va ganando terreno en nuestro parque automovilístico? Intentaremos arrojar algo de luz sobre el tema.
El GLP, o gas licuado del petróleo, es un tipo de carburante formado por una mezcla de propano y butano. Un 60% de la producción se obtiene durante la extracción de gas natural y petróleo del suelo, mientras que el 40% restante se produce durante el proceso de refino del crudo del petróleo. Respecto a los carburantes convencionales, es ventajoso tanto desde el punto de vista medioambiental como desde el económico. Esto es así porque reduce la emisión de partículas contaminantes a la atmósfera, lo que le ha valido la consideración de carburante alternativo por parte de la CEE y la consecuente reducción en la tributación fiscal (su coste es aproximadamente el 50 por ciento del de la gasolina). Además, existen numerosos alicientes para su uso, como la reducción de hasta el 30% en peajes, la disminución del impuesto de circulación hasta un 75% o los incentivos en forma de tarjetas de combustible por parte de REPSOL, entre otros.
Respecto al repostaje, aún existen pocos puntos de suministro, aunque la tendencia es creciente. En Catalunya existen ya más de 70 estaciones repartidas por todo el territorio, principalmente por el área metropolitana de Barcelona. Repsol es el principal operador de GLP en España, y actualmente cuenta con más de 200 estaciones repartidas por todo el estado, con un objetivo de 400 estaciones para 2015.
Consolidada y en expansión
La tecnología del GLP ofrece totales garantías de seguridad. Aunque nos pueda sorprender, se empezó a implantar en algunos países de Europa durante los años 60, por lo que dicha tecnología no es algo que venga de nuevo, sino que ha sufrido una enorme evolución. Hoy, el GLP es el carburante alternativo más utilizado en el mundo, con un parque de vehículos de más de 20 millones de unidades, y con una cuota de crecimiento muy superior a la de los vehículos con motorizaciones convencionales. En España el parque es aún muy pequeño, por el desconocimiento de la tecnología y porque hasta hace poco tiempo el GLP estaba gravado con impuestos especiales que no lo hacían atractivo frente a la gasolina. Como la situación impositiva ha mejorado recientemente, se espera un fuerte crecimiento.
En la actualidad, hay 15 fabricantes en nuestro país que ofrecen modelos con autogás. Suelen ser versiones con potencias no muy altas y tienen un sobrecoste de entre 1.500 y 2.000 euros respecto a su equivalente en gasolina. Para aquellos que no estén pensando en cambiar de coche, lo que pueden hacer es adaptar el que tienen a la tecnología GLP, instalando un kit formado por los siguientes elementos básicos: una toma exterior y depósito para almacenar el gas, una multiválvula conectada al depósito, un reductor para hacer pasar el GLP de estado líquido a gas, un filtro, una rampa de inyectores, una unidad de control electrónica que gestionará la inyección del gas y un conmutador, mediante el cual sabremos el nivel de gas y que nos permitirá pasar de un combustible a otro.
La adaptación a GLP sólo se puede realizar sobre vehículos de gasolina, con motores EURO III o fabricados posteriormente al año 2001. El coste de la adaptación a GLP dependerá de diversos factores, entre los cuales destacan la potencia y el tamaño de la motorización a adaptar. Los precios pueden oscilar entre los 2.000 y 3.000 euros, impuestos incluidos. El período de amortización también dependerá de diversos factores, tanto del consumo del vehículo en modo gasolina como del quilometraje anual que hagamos, pero en general se encuentra entre los 40.000 y 50.000 km.
Esquema de instalación de autogás en un vehículo
Adaptaciones con garantías
Si os decidís a hacer esta apuesta por el GLP es necesario que tengáis en cuenta ciertas cuestiones a la hora de elegir donde hacer la adaptación. En primer lugar, se debe solicitar información sobre los equipos que monta el taller. Obviamente, si en un taller nos ofrecen la adaptación por la mitad de precio que en otro, es muy probable que la diferencia de precio se encuentre en la calidad de los equipos montados. Instalar equipos de segunda línea nos puede suponer un ahorro inicial de unos centenares de euros, pero lo podemos acabar pagando con reparaciones prematuras o consumos excesivos durante toda su vida útil.
En segundo lugar, debemos cerciorarnos de la experiencia y profesionalidad del taller, puesto que la adaptación requiere de una planificación previa y de un trabajo meticuloso y preciso, que garantice un correcto montaje de toda la instalación. Por último, en el caso de montar un equipo en un coche nuevo, es más que recomendable hacerlo en el concesionario oficial para no tener ningún problema con la garantía del fabricante del vehículo. Al tratarse de una reforma de importancia, requiere pasar por la ITV para homologarla.
Francesc Buyolo. Ingeniero industrial y co-autor de diversas publicaciones técnicas, ha desarrollado su carrera profesional en la industria automovilística, donde se ha especializado en la postventa del automóvil, movilidad eléctrica y tecnología GLP. Actualmente, es director comercial y de operaciones de la empresa Emovement, importadora y distribuidora del primer vehículo eléctrico que se comercializó en España, el Reva.