El cambio de paradigma está en marcha en el sector de la automoción. Actualmente, sólo uno de cada 100 coches vendidos hoy en día es de propulsión eléctrica. Este simbólico 1% de proporción de vehículos eléctricos en las carreteras crecerá exponencialmente en los próximos años. Los más pesimistas aseguran que en 2025 las ventas de eléctricos alcanzarán el 7% del mercado, mientras que los más optimistas sitúan el porcentaje en el 11%. Incluso hay voces que aseguran que en 15 años las ventas de modelos eléctricos superarán a la de vehículos con motor de combustión interna. Volkswagen, por ejemplo, ya ha anunciado que lanzará 30 nuevos modelos eléctricos de aquí a 2025 con el objetivo de que estos modelos representen el 25% de sus ventas.
Esta ofensiva eléctrica tiene dos grandes aliados. Por un lado, el progresivo abaratamiento de las baterías. Por otro lado, las cada vez más estrictas regulaciones de emisiones y el creciente coste que supone adecuarse a ellas. Los primeros pasos ya están en marcha. Por nuestras calles ya circulan eléctricos puros, sin emisiones directas de dióxido de carbono, y los híbridos, que reducen sustancialmente las emisiones. Por otro lado, la mayoría de fabricantes han puesto en marcha soluciones transitorias, como la fabricación de motores más pequeños turboalimentados, la generalización de la tecnología start-stop o la reducción del peso de sus vehículos. Unas medidas que, pronto, serán insuficientes para los motores diésel.
Así pues, todo apunta a que el elevado coste de reducir las emisiones de estos motores podría hacerlos desaparecer a partir de 2025. Las mejoras que los fabricantes han introducido en estos vehículos con motor de combustión interna en los últimos años podrían ser suficientes para alargar su supervivencia hasta el año 2021. A partir de entonces, las grandes marcas del sector deberán estar preparadas para hacer frente a regulaciones medioambientales mucho más estrictas. Si actualmente el límite de las emisiones de dióxido de carbono se sitúa en 130g/km, las autoridades europeas planean reducirla a solo 68 g/km en 2025 en aras de conseguir una movilidad más sostenible.
Pero hay más factores que hacen pensar que el final de los motores diésel está cerca. Tres ciudades tan dispares como París, Madrid y Ciudad México tienen en común un problema: sus elevadísimos niveles de contaminación, muy superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Por este motivo, en la última Cumbre de Alcaldes C40, celebrada a finales de 2016, acordaron prohibir la circulación de los vehículos diésel por sus calles a partir de 2025. El acuerdo también incluye el compromiso de promover e impulsar el uso de vehículos eléctricos, de hidrógeno e híbridos para desplazar a los automóviles que utilizan combustibles fósiles; y de invertir en infraestructura sustentable para mejorar la movilidad de la población.
Los grandes fabricantes parecen haber entendido las señales y empiezan a eliminar las motorizaciones diésel en algunos de sus modelos. Un cambio que se está dando especialmente en los coches del segmento A (los más pequeños), como el Seat Mii, que recurre a los motores de gasolina de tres cilindros. Pero también se da en los del segmento B, como el próximo Volkswagen Polo, que parece que no se comercializará con versiones diésel. Este cambio a los motores tricilíndricos se basa en el consumo eficiente y la conducción agradable de estos motores turbo de baja cilindrada. Estas motorizaciones tienen menor consumo y emisiones y rinden unas prestaciones que no desentonan de las de motores mayores gracias a la turbocompresión.
Otra amenaza a los motores diésel son los planes de las diferentes administraciones europeas para incentivar la compra de vehículos híbridos, eléctricos y movidos por gas natural o GLP. En este sentido, algunos estudios aseguran que los coches eléctricos duplicarán su presencia en las flotas corporativas en sólo dos años. En Europa, concretamente en Francia y Holanda, el porcentaje de empresas con vehículos ‘enchufables’ rondará el 40% en los próximos tres años, debido a que cuentan con mayor apoyo público que en España. En los Países Bajos, por ejemplo, no sólo cuentan con una importante red de infraestructuras de carga rápida, sino con una ayuda de hasta 10.000 de euros para la compra de este tipo de coches, haciendo que resulten mucho más rentables.
¿Qué pasará entonces con los motores diésel, desaparecerán en 2025? Todo apunta a que reducirán sustancialmente su presencia en nuestras calles y carreteras. En 8 años lo comprobaremos.
MOVENTO TE RECUERDA…
- El elevado coste de reducir las emisiones de los motores diésel y el empuje de los vehículos eléctricos e híbridos podría hacer desaparecer los vehículos propulsados con gasoil a partir de 2025.