Ruta Movento: La Transfagarasan y la magia de los Cárpatos.

Ruta Movento: La Transfagarasan y la magia de los Cárpatos.

Este mayo, empezamos nuevas rutas. Salimos de Catalunya para proponeros trayectos de ensueño por las carreteras más espectaculares del mundo. Empezamos visitando una de las zonas con más leyendas de Europa, conduciremos por una de las carreteras más emblemáticas para los amantes del automovilismo. Estamos hablando de la Transfagarasan, considerada la carretera con más curvas del mundo. Con ella, nos vamos de ruta por Transilvania, la tierra del Conde Drácula, pero tranquilos porque nos espera un viaje espectacular, lleno de parajes insólitos y de espectacular belleza.

Bucarest – Pitesti – Transfagarasan

Tras aterrizar en Bucarest, sin tiempo de espera, nos sentamos delante del automóvil para empezar esta ruta de ensueño en el país del misterio. Nos dirigimos hacia Pitesti, atravesaremos el Parque Nacional de Cozia dirección Avrig y desde allí hasta al desvío e inicio de la Transfagarasan. Nos dirigimos hacia Cartisoara, un pequeño pueblo a los pies de la montaña, y que nos da la bienvenida a esta ruta de curvas de película.

Durante 92 kilómetros recorreremos sus curvas, sus pendientes, sus viaductos y puentes, siempre en medio de unas vistas de ensueño, que requerirán de nuestra concentración y exigencia al volante del automóvil. Otro de los puntos mágicos de esta mítica carretera DN7C es el túnel sin iluminar de 890 metros para cruzar las montañas Paltin, surcando las cimas de los Cárpatos.

Hasta llegar a la Ciudadela Poienari, un hermoso castillo en ruinas, fortaleza de Vlad Tepes, personaje que inspiró al escritor Bram Stoker su famosa obra Drácula. Tras haber ascendido hasta los 2.000 metros contemplando la presa de Vidraru, una de las más grandes de Europa. Siguiendo el río Arges llegamos al final de la carretera a la ciudad de Curtea de Arges, una de las más antiguas de Rumanía. Aprovecharemos para parar a reponer fuerzas y degustar la gastronomía rumana, como el Ciorba de Perisoare, caldo de legumbres y carne, o el Sarmale, rollitos de carne con hojas de col, en el Curtea Veche, en el centro del municipio. Con un pasado esplendoroso, no nos podemos perder la Iglesia Real (Biserica Domneasca), su Catedral y el Monasterio, así como las catacumbas laberínticas que llevan hasta una atalaya de la ciudad.

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Castillo de Bran – Brasov

Seguimos hacia el corazón de Transilvania, antes de que anochezca, en dirección al Castillo de Bran, o más conocido como el Castillo del Conde Drácula. Uno de los puntos turísticos con mayor afluencia de la zona, el Castillo consta de 57 habitaciones y pasillos secretos, donde dice la leyenda que Vlas Draculea dormía en su sarcófago.Y, aunque sea una leyenda, mejor que al caer la noche lleguemos al Kronwell Hotel en la cercana población de Brasov, donde pasaremos la noche.

Por la mañana podemos visitar esta ciudad, segunda del país, llamada la ciudad mártir por su participación en la Revolución rumana de 1989. Una ciudad medieval en la que perderse por sus curiosas calles y recorrer la historia de la región a través de sus edificios, pero sin perder demasiado tiempo ya que todavía nos queda mucho por descubrir de este fascinante país.

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Palacio de Peles –Sinaia – Ploiesti

Seguimos nuestra ruta hacia el Palacio de Peles, en Sinaia. Situado en el monte Bucegi, el palacio es un ejemplo de la arquitectura del siglo XIX, construido como residencia de verano de la familia real. Ubicado en medio de la montaña y cubierto por la espesura de la naturaleza, ofrece un mirador de la zona inolvidable. Pero continuamos hacia Ploiesti, la capital del oro negro, debido a su pasado petrolero. Una visita a su museo nacional del petróleo nos ubicará y explicará su importancia en la industria y progreso del país. Y aprovecharemos para degustar las exquisiteces de la cocina rumana moderna como la brocheta de cordero en el Restaurant Prestij.

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Bucarest 

Sin tiempo para la siesta, seguimos dirección al final de nuestra intensa ruta de fin de semana en Transilvania hacia la capital del país, Bucarest. Una ciudad que a pesar de su convulso pasado sigue manteniendo la magia de la época de entreguerras cuando se la conocía como ‘El pequeño País’, con grandes edificios oficiales, amplias avenidas, su paseo por Kiseleff entre árboles y embajadas o su increíble puesta de sol en el Parque Herastrau. Para aquellos que no cojan el vuelo de vuelta a casa por la noche, pueden aprovechar para descubrir la intensa y animada vida nocturna de la ciudad y cenar en The Artist, con cocina contemporánea y descansar en el Decebal Boutque Hotel.