Vibraciones leves, pequeños ruidos, manchas en el suelo... A veces, detrás de estos síntomas aparentemente sin importancia se esconde el inicio de una avería que, si no la solucionamos con rapidez, puede llegar a romper el motor, la caja de cambios o incluso provocar un accidente. En este post te explicamos cómo identificarlos y cómo solucionar el problema que hay detrás. Recuerda que tu seguridad y la de los tuyos comienza por ti mismo.
Pastillas de freno. El mal estado de estas piezas puede manifestarse de diferentes formas: un ruido fuerte y degradable al frenar, como si un hierro tocara otro; frenadas más irregulares y encendido de un testigo en el salpicadero, ya sea sólo al accionar el freno o de forma permanente. Si sólo se enciende la luz, el coche te está avisando de que se está quedando sin pastillas. Dependiendo de tu conducción, podrías esperar hasta 1.000 kilómetros más antes de cambiarlas, eso sí, con la capacidad de frenado reducido en un 20% como mínimo. Si oyes el ruido, sin embargo, ve a tu taller de cabecera lo antes posible ya que puedes estropear el disco del freno.
Aire acondicionado. Si cuando conectas el aire acondicionado la corriente que sale por los reguladores no está fría, tienes un problema. Lo más probable es que el circuito de gas del aire tenga un escape. Reparar el escape y cargar el gas te puede costar unos 50 euros. Si no lo haces, el compresor podría romperse al tener que trabajar con una presión y muy baja y perder parte de su lubricación. Una reparación que te va a salir mucho más cara.
Alrededor bimasa. En ocasiones, al pisar el embrague para cambiar de marcha puedes notar que el pedal vibra con fuerza y que tienes dificultades para poner las velocidades. Lo que está fallando es el volante bimasa, un elemento del motor cuya función es amortiguar las vibraciones generadas por el motor y permitir que el arranque al soltar el embrague sea más suave y progresivo. Si no lo soluciones, cada vez te costará más poner las marchas y, finalmente, acabarás dañando la caja de cambios.
Turbo. Si el rendimiento del motor baja de forma repentina y apreciable y notas un ruido extraño al acelerar es que tienes una avería en el turbo. A veces, incluso, este problema puede manifestarse en una pequeña humareda saliendo por el escape. Lo mejor que puedes hacer es llamar a una grúa que lleve tu coche al taller. Si no lo haces, el aceite que lubrica el turbo acabará saliendo por el tubo de escape, dañará el catalizador y el filtro de partículas. Si el motor se queda sin aceite suficiente para lubricarse puede dañarse irreversiblemente.
Refrigeración. Unas gotas de líquido verde o rosado en el suelo, bajo el coche, son el primer y principal síntoma de una avería en el sistema de refrigeración del coche. Otros síntomas pueden ser que el nivel de refrigerante haya bajado (aunque no hayas detectado ningún escape) y que la aguja de los mandos sobrepase los 90ºC y se acerque a la zona roja. El problema puede ser un escape. Para comprobarlo, la mejor opción es llenar el depósito y observar si el nivel volver a bajar rápidamente. Si es así, el coche debe visitar el taller lo antes posible. Si no lo haces, puedes dañar la culata y, si el motor se calienta más de la cuenta, puede llegar a quemarse.
Lubricación. Si ves algunas manchas de aceite en el suelo o de repente se enciende una lámpara en el salpicadero, seguramente es que tu sistema de lubricación tenga un escape. Lo normal es que los motores consuman un litro cada 1.500 kilómetros. Si notas que el consumo es superior no te bastará con rellenar el cárter, sino que tendrás que llevar el coche al taller. Si el motor se queda sin aceite se romperá y tendrás que cambiarlo por uno nuevo. Si el nivel de aceite es excesivo, puede llegar a mezclarse con el carburante y dañar al catalizador y la válvula EGR. Si la presión del aceite también es superior a la normal, puede dañar la bomba del aceite y romper el motor.
Inyectores. Si el ralentí del motor se vuelve inestable y notas algunos tirones al acelerar, puede que tengas alguna avería en los inyectores. Otros síntomas son la pérdida de rendimiento del motor, el aumento repentino del consumo o que el escape emite más humo de lo habitual. Ve al taller. Si el inyector se queda siempre abierto, por ejemplo, no dejará de alimentar el motor con combustible y puede dañar el pistón y, consecuentemente, el motor.
Prestar atención a estos ruidos y sensaciones extrañas puede ahorrarte tiempo y dinero. Cuando detectes algún problema, no lo dudes, ve a tu taller de cabecera . Su seguridad y la de los demás están en juego.
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Vibraciones leves, pequeños ruidos... A veces, detrás de estos síntomas del coche aparentemente sin importancia se esconde el inicio de una avería.