Ocho avarias de tu coche que puedes evitar

Intervenidos de julio. Días de vacaciones, de salidas a la playa o de largas travesías hasta nuestro sitio de vacaciones. Días en los que, si no estás concentrado al 100% mientras conduces, puedes provocar alguna avería en tu coche de forma involuntaria. Estas averías no suelen estar cubiertas ni por las garantías ni por los seguros mecánicos, puesto que están considerados como un mal uso del vehículo. Por otra parte, algunos malos hábitos de conducción también pueden acelerar el fin de la vida útil de sus componentes. Veamos cuáles son las distracciones más frecuentes, algunos errores seguro que te suenan.

Error al repostar

Más de 70.000 conductores se confunden cada año al repostar, poniendo gasolina en vez de diésel en sus depósitos (al revés es imposible, ya que los boquillas de las mangueras diésel son más anchas que la entrada de los depósitos de gasolina). Además del dinero perdido, este error puede dañar gravemente la mecánica del coche. Qué hacer: Vacíe el depósito y límpialo. Si te has dado cuenta tarde y has puesto el coche en marcha, además de extraer el combustible acude a tu taller de confianza para que te limpien todas las piezas afectadas (inyectores, filtros y bomba de inyección). El coste de la reparación puede ir desde los 400 euros para drenar el tanque a más de 6.000 euros si el motor no arranca.

Pasar de los testigos del coche

Los coches son cada día más 'inteligentes' y hablan. A su modo, pero hablan. El panel de instrumentos está para algo además de por hacer hermoso. Presta atención a los testigos de aviso (de color amarillo o naranja) ya los de alerta (de color rojo). Ellos son los responsables de indicarte que estás a punto de sufrir una avería. Las amarillas recomiendan la visita al taller. Las rojas, la inmovilización inmediata del coche. Qué hacer: Ante cualquier aviso, párate en un lugar seguro, identifica qué significa esta alerta en el manual de instrucciones y dependiendo de lo que sea, llama al seguro para que lleven el coche a un taller.

Olvidar las revisiones

El principal mandamiento para conseguir un coche con una larga vida es pasar escrupulosamente todas y cada una de sus revisiones en los plazos prescritos por el fabricante. Es la mejor forma de comprobar el desgaste de algunas piezas y el estado de los líquidos. Además de favorecer las averías, si no pasas las revisiones, perderás la garantía del vehículo. Qué hacer: Más vale prevenir que curar. Revisa preventivamente el coche cada 10.000 kilómetros, cambia los filtros y aceites cada 20.000 kilómetros, renueva el anticongelante cada 40.000 y, entre los 80.000 y los 120.000, cambia la correa de distribución.

Mala conducción

Los extremos nunca son buenos. Ni la conducción agresiva ni la conducción a revoluciones muy bajas son buenas para tu motor. Estos tipos de conducción aumentan la posibilidad de fallo, especialmente del embrague o de los sistemas anticontaminación en los diésel. Qué hacer: Evita la conducción en modo rally y conduce suavemente sólo cuando tengas que hacerlo. Da alegría en el motor. En este sentido, los carriles de incorporación a las autovías son ideales para quemar carbonilla apurando la segunda y tercera marcha.

Sin combustible

Si eres de los que apuras al máximo la reserva de gasolina, mal. Tienes muchos números de quedarte echado en la carretera. Además de la inevitable multa (no por quedarte sin combustible, sino por las maniobras que deberás realizar posteriormente), es posible que tu motor se resienta, especialmente si es diésel. Qué hacer: Estaciona en un lugar seguro que no entorpezca la circulación y ves a por combustible en la gasolinera más cercana. Eso sí, utilizando un recipiente homologado. Y lo más importante, ves en tu taller de cabecera para revisar el sistema de encendido y alimentación del motor por si hubiera sufrido por las impurezas acumuladas en el fondo del depósito.

Uso incorrecto de aditivos

Muchos conductores intentan conseguir un rendimiento extra de su vehículo, ya sea añadiendo aditivos de propiedades milagrosas al carburante o instalando chips de potencia que prometen aumentar en un 20% las prestaciones del coche. Estas hipotéticas soluciones ni aumentan siempre la potencia ni siempre reducen el consumo. Eso sí, pueden producir averías, y no precisamente de los trueques. Qué hacer: Lo mejor es leer bien el manual de instrucciones de tu vehículo y consultar con tu concesionario lo que puedes hacer y lo que no.

Refrigerantes low-cost

Si la gasolina funciona como los glóbulos rojos, dando energía a nuestro coche, el líquido refrigerante lo hace como los glóbulos blancos, protegiendo al motor de las temperaturas extremas. De ahí que si se usan productos de marca blanca puede que no se consiga mantener la temperatura correcta del motor a 90º, proteger el motor de la corrosión y evitar la congelación y rotura del sistema. Qué hacer: Utiliza marcas de calidad contrastada, cámbialo cada dos años 0 cada 40.000 kilómetros y revisa periódicamente su nivel.

Luces encendidas

Una de las distracciones más habituales es dejarse encendidas las luces, ya sean las del habitáculo o las exteriores (cada vez menos gracias a los sistemas de alerta y desconexión automática que incorporan muchos modelos). La consecuencia de esta distracción siempre es la misma: la descarga de la batería. Qué hacer: Lo primero, chequear todas las luces antes de salir del coche. Si ya es demasiado tarde y estás sin batería, intenta arrancarlo empujando. Si lo consigues, conduce un mínimo de 20 minutos para recargar la batería. Otra solución es pedir ayuda de otro coche y conectarlo con las pinzas.

MOVENTO TE RECUERDA…

Si no estás concentrado al 100% mientras conduces puedes provocarle alguna avería en tu coche de forma involuntaria. Estas averías no suelen estar cubiertas ni por las garantías ni por los seguros mecánicos.