El año 1975 Mercedes-Benz sacó al mercado un automóvil que supondría un importante paso adelante en la evolución de la automoción: el W123. Sus altos estándares de seguridad, su revolucionario motor turbodiésel y su apuesta por acercar al lujo también al coche familiar hacen que podamos hablar de él como un clásico de los que hacen historia.
Este robusto turismo fabricado hasta el 86 por la prestigiosa marca alemana pertenecía al gran grupo de las berlinas pequeñas (posteriormente conocido como segmento E), el que mayor beneficios reportaba a la compañía, y reemplazaba al popular Mercedes-Benz W114/W115, al que superó en todos los aspectos. Sin embargo, si por algo destacó el W123, fue por ser pionero en el campo de la seguridad, combinando elementos de seguridad activa con elementos de seguridad pasiva en el equipamiento de serie: frenos de disco con ABS, airbag, carrocería reforzada con zonas de deformación programada, tanque de combustible dentro de la estructura del vehículo, faros delanteros ajustables desde el interior (además de faro antiniebla incorporado al faro trasero), parabrisas de dos capas de seguridad, columna de dirección deformable, cierre central para todas las puertas y espejo eléctrico del lado del copiloto. Un cóctel que, sin duda, marcó un antes y un después.
La revolución diesel
Su variada motorización, con grandes mejoras en potencia, vida útil y economía, también contribuyó a convertir al W123 en vehículo de referencia. Entre toda la gama disponible, hay que destacar el 300D Turbodiésel, que introdujo este tipo de motor por primera vez en el mercado, revolucionando el segmento de los diesel. Gracias a esta tecnología, se logró alcanzar hasta 125 caballos de fuerza en el motor de 5 cilindros, generando una experiencia de manejo espectacular respecto a los diesel de la época. A esto hay que añadirle una dirección y suspensión que también le hicieron destacar. La servodirección diseñada por Mercedes-Benz, junto a los amortiguadores de dirección y el equipamiento en los ejes de dos muelles helicoidales, daba como resultado una más que agradable conducción.
En cuanto a la carrocería, este modelo también marcó un punto de inflexión dentro de la marca, puesto que fue la primera vez que Mercedes-Benz diseñaba una versión familiar, consiguiendo cambiar la imagen según la cual este tipo de automóviles no podían ser tan elegantes y lujosos como otras versiones. Además de la carrocería familiar de 5/7 plazas, también estaban disponibles la berlina, de 4 puertas y 5 plazas; el cupé, algo más corto y bajo; y las limusinas, de 7/8 plazas.
Lujo opcional
Más allá de los interesantes pero escasos elementos de serie, el Mercedes-Benz ofrecía la posibilidad de complementar las prestaciones del vehículo con un amplísimo listado de opciones de equipamiento de lujo. Éstas eran tantas y a un precio tan elevado que el conductor más exigente podía llegar a pagar por el coche el doble de su precio inicial.
Vistos todos los avances que el W123 aportó al mundo del motor en general en aspectos tan distintos era inevitable que tarde o temprano pasara por nuestro repaso a los grandes clásicos sobre ruedas. No obstante, seguramente el mayor logro de este modelo fue el de catapultar a Mercedes-Benz al pódium de las marcas más seguras, un posicionamiento que ha logrado mantener hasta día de hoy.
Fotos via Automobilesdeluxe.tv