Te lleva allá donde quieras ir, te protege de las inclemencias del tiempo, te regala momentos inolvidables… ¿No crees que tu coche se merece que lo cuides con mimo? Sigue nuestras sencillas recomendaciones para mejorar la salud de tu vehículo. Evitarás sustos y lograrás alarga su vida.
Aceite. Es el responsable de lubricar la mecánica del coche y, por lo tanto, es imprescindible para evitar que el roce de las piezas produzca un calentamiento excesivo y su desgaste. Regularmente debes controlar en qué nivel está el aceite introduciendo la varilla en el depósito. Si la marca resultante no se encuentra entre el mínimo y el máximo, ve al taller a solucionarlo con urgencia. Para conocer cuándo es el momento adecuado del cambio periódico de aceite y filtro, tendrás que consultar el libro de mantenimiento del fabricante (suele variar entre 10.000 y 20.000 kilómetros según el tipo de automóvil y la marca).
Neumáticos. Otro elemento esencial para la seguridad y al que debes estar atento. Son los que nos mantienen en contacto con el suelo y los que nos tienen que permitir frenar correctamente y tomar las curvas con seguridad. Por ello, conviene que estemos atentos tanto al desgaste del dibujo (su profundidad no debe ser inferior a los 1,6 mm) como a la presión (debes tomarla siempre con el neumático en frio y debe estar entre los márgenes que indique el fabricante). Por supuesto, hay que evitar circular con neumáticos no emparejados. Es decir, que en un mismo eje, tengan distinto desgaste. Recuerda que, además de en la seguridad, el mal estado de las ruedas también perjudica al consumo del coche.
Pedal de freno. Obviamente, se trata de una pieza cuyo funcionamiento afectará directamente a nuestra seguridad y a la de los demás. Así pues, tienes que estar atento para detectar cualquier problema y llevar de inmediato el coche al taller para que lo solucionen. Los síntomas más frecuentes de que algo va mal son que el pedal ofrezca excesiva o escasa resistencia al ser accionado, que se hunda demasiado o que haga algún ruido extraño a la hora de frenar. Los motivos pueden ser muy diversos y pueden estar asociados a los discos, las pastillas o el líquido de freno, entre otros.
Limpiaparabrisas. Se trata de un elemento que no solemos asociar a la seguridad y que, sin embargo, juega un papel vital los días de lluvia o nieve. Debes revisarlos frecuentemente y en caso de que observes que empiezan a desgastarse cambiarlos por unos nuevos. Es fundamental limpiarlos a menudo, utilizando un paño húmedo, para quitar pequeñas piedras o granos de arena que podrían rayar la superficie del cristal perjudicando nuestra visibilidad. Presta atención al depósito que contiene el líquido para limpiar y asegúrate de que contenga la cantidad correcta de agua y anticongelante. Por último, para un buen mantenimiento de los limpiaparabrisas, si en invierno aparcas el coche al aire libre, es recomendable que los dejes levantados y que en caso de que se haya acumulado hielo o nieve la retires bien antes de activarlos para no romperlos.
Limpieza. Para un buen mantenimiento del coche, debes cuidar también la carrocería. Evita que las manchas de agua, polvo, resinas u otros residuos permanezcan mucho tiempo sobre ella porque podrían volverse permanentes. Te recomendamos que lo laves una vez a la semana o cada dos semanas, dependiendo de la frecuencia de uso y de donde lo aparques. Lo mejor es el lavado a presión o, en su defecto, el manual utilizando una gamuza o una esponja suave que no provoquen rayadas. Es conveniente que además apliques a la carrocería una capa de cera cada tres meses, que servirá para proteger la pintura de los agentes corrosivos e incluso, con un poco de suerte, de los pequeños arañazos.