La seguridad de nuestro vehículo empieza por mantener todos los detalles de nuestro coche en buen estado. Además de elementos tecnológicos de seguridad activa como el ABS o el ESP, podemos prevenir accidentes revisando convenientemente tres puntos clave: unas lunas limpias, unas escobillas limpiaparabrisas en buenas condiciones y un sistema de lavaparabrisas en buen estado harán que tengamos una mayor visibilidad en caso de lluvia; una buena iluminación nos permitirá ver y ser vistos correctamente mientras conducimos; y unos neumáticos en buen estado nos ayudarán a que nuestro coche reduzca su distancia de frenado, evitando las posibilidades de tener un accidente. A continuación os damos algunos consejos para tener siempre al día lunas, limpiaparabrisas y lavaparabrisas, faros y neumáticos.
Lunas. Antes de iniciar cualquier viaje tenemos que cerciorarnos que las lunas están completamente limpias ya que una buena visibilidad es sinónimo de mayor seguridad. Si no puedes llevar el coche a un túnel de lavado, humedece la luna con un líquido limpiacristales que contenga alcohol y sécala con un paño que no deje hilos. Si has lavado el coche en un túnel y te han aplicado algún tipo de cera, lo mejor es que repases las lunas con un paño para eliminarla y evitar que los limpiaparabrisas rasquen el cristal. Recuerda que también es conveniente limpiar los cristales por dentro, ya que también acumulan suciedad. En principio bastará con que pases un trapo húmedo para limpiarlas.
Limpiaparabrisas. Los limpiaparabrisas cuentan con un elemento de fricción entre el mecanismo y la luna, la escobilla, que necesita ser limpiada a menudo y substituida, según las recomendaciones de los fabricantes, una vez al año. Hay algunos síntomas que te indicarán cuándo tienes que cambiar las escobillas: si al limpiar quedan estrías en el cristal, el problema es que el caucho de las piezas está dañado por los cambios térmicos y ya no cumple su función; si por el contrario la escobilla hace ruido es que el caucho se ha endurecido y deformado. Si no notas ninguno de estos dos síntomas pero quieres limpiar las escobillas, tienes que retirarlas del mecanismo, y limpiarlas de polvo y suciedad con un paño humedecido con líquido limpiacristales. Si no consigues dejarla completamente limpia, utiliza una esponja o un trapo.
Lavaparabrisas. Tan importante como el limpiaparabrisas es el lavaparabrisas, el sistema que almacena, transfiere y permite que los líquidos lleguen al parabrisas. Comprueba que los eyectores funcionan bien y que el coche lleva suficiente líquido limpiacristales. No sustituyas nunca estos líquidos con agua y jabón. Es la forma más rápida de estropear los eyectores y los manguitos del sistema lavaparabrisas. Además, dependiendo de la zona en la que vivas y de la estación del año, el agua se podría congelar dañando el sistema, algo que no ocurre con los líquidos limpiacristales, ya que en su formulación ya contienen un producto anticongelante.
Faros. Algunos modelos de automóviles incorporan un testigo que avisa al conductor/a cuando alguna de las bombillas del coche deja de funcionar. Si no es el caso de tu coche, deberás ser tú mism@ quien revise periódicamente los faros para detectar cualquier problema de funcionamiento. Cambiar las lámparas no siempre es fácil. Consulta el manual de instrucciones de tu coche y, si no estás completamente convencid@ que serás capaz de cambiarlas, no desmontes los grupos ópticos. El manual también te indicará qué tipo de bombilla funciona en cada lámpara. Sigue las instrucciones a rajatabla ya que la instalación de una bombilla inadecuada es sancionable y también puede ser peligroso. Otro de los problemas habituales de los faros es que, al ser policarbonatos, solamente con la exposición a la luz, se pueden volver turbios, reduciendo su efectividad. Si éste es tu caso, la solución pasa por lavar bien el faro y aplicar una sustancia pulidora que desprenda el plástico turbio de la superficie. Cuando el faro se vea brillante, sécalo, líjalo y encéralo con pasta para carrocería. De esta manera lo protegerás contra la contaminación, la suciedad y el salitre.
Neumáticos. El secreto para conseguir que los neumáticos nos duren más y que funcionen a pleno rendimiento hasta que los cambiemos, es hacerles un buen mantenimiento: comprueba regularmente la presión de las ruedas y mantén el nivel recomendado por el fabricante. Rota las ruedas cada 12.000 kilómetros o cada seis meses para que el desgaste sea uniforme y comprueba regularmente las bandas de rodadura de los neumáticos para saber cuándo ha llegado el momento de sustituirlos. Además de estas precauciones, si conduciendo notas que el coche no gira bien o no se agarra como debería en superficies mojadas, no los dejes para mañana. Acude a un especialista para que te aconseje sobre si los tienes que rotar, alinear, equilibrar o, simplemente, cambiarlos.
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