Hace cincuenta años un entonces desconocido Sean Connery se presentaba, Martini en mano, en “Dr. No”, la primera película de la saga del que sería el espía más famoso y rentable de todos los tiempos. Él es James Bond, el agente 007, el único agente secreto con licencia para matar. Si algo caracteriza al famoso espía, aparte del lujo y las mujeres, son sus coches de ensueño, modificados a su placer, que han inspirado a los entusiastas del motor desde 1962. Aprovechando el estreno de la última entrega, “Skyfall”, que se estrenará el 31 de este mes en España, hemos querido rendir homenaje a las maravillas de cuatro ruedas que le han acompañado durante su larga vida: Rolls-Royce, Aston Martin, BMW, Lotus,…
Hagamos un repaso a las maravillas de Bond. Todo empezó con Sean Connery al volante del Chevrolet Bel Air convertible en la película “Dr. No”. Esta preciosidad se convirtió en un icono del buen gusto. Luego llegó de nuevo Sean Connery con un increíble Bentley “MARK IV” en el film “Desde Rusia con amor”.
Con la aparición de “Goldfinger”, también apareció Aston Martin, de nuevo con Connery al volante. En concreto, el de Bond es el DB5 de 1964, aunque para las películas se utilizó un prototipo específicamente modificado. El clásico deportivo contaba, ya de serie, con un motor de 4,0 litros que rendía una potencia de 281 CV; aceleraba de 0 a 100 en 8,1 segundos y alcanzaba una velocidad máxima de 227 km/h. Pese a que Fleming colocó a Bond siempre a los mandos de un Bentley, la mayoría de las películas protagonizadas por el agente lo sitúan conduciendo un Aston Martin, en concreto, en ocho ocasiones. La filosofía de marca concuerda a la perfección con la filosofía Bond: exclusivos cupés deportivos que destacan por su elegancia, clase y sobriedad. Por ese motivo, volvemos a encontrarnos con el DB5 en la siguiente película de Bond, “Operación Trueno”.
En el 67, se estrenó “Sólo se vive dos veces” donde se dio a conocer el espectacular Toyota 2000GT. Hemos de dar las gracias a los productores de esta película, pues ellos son el motivo de este modelo, ya que querían un coche deportivo convertible japonés para la película. El magnífico Toyota 2000GT era el ideal “coche Bond”, pero sólo se hizo como un cupé. En Toyota vieron rápidamente los beneficios de tener su coche en la última película del agente 007 por lo que felizmente desarrollaron dos versiones convertibles del 2000GT.
La cosa aún no acaba aquí, siguen las reliquias de Bond con la aparición, en 1969, de “Al servicio secreto de su majestad británica” donde se substituyó a Sean Connery por George Lazenby y el DB5 por el DBS. Este modelo clásico nació en 1967 y estuvo en producción hasta 1972, para renacer de nuevo más de treinta años después, en 2007. Ambas versiones, clásica y actual, han acompañado en sus peripecias a Bond, pues en la siguiente película “Diamantes para la eternidad” en 1971, a la vuelta de Connery, el DBS vuelve a ser protagonista. El Aston Martin DBS de 1969 montaba un 4.0 de 282 CV, mientras que el de 2007, un 6.0 V12 de 517 CV.
Es el turno del Lotus Esprit conducido por Roger Moore, una maravilla sobre ruedas que se convertía en submarino y que dejó a muchos sin palabras tras aparecer primero en “La espía que me amó” y luego, al comprobar el éxito, repitió con la versión turbo, en “Sólo para sus ojos”. Entre sus características resaltaba, sin duda, su motor de cuatro cilindros en línea con 210 CV de potencia. Su velocidad punta era de 240 Km/h y conseguía pasar de 0 a 100 Km/h en 6,9 segundos.
Hacemos un salto para destacar la vuelta de Aston Martin en la película “Alta tensión” con el V8, esta vez, conducido por Timothy Danton. En esta película aparecen las dos versiones de este modelo: el Vantage y el Volante, prácticamente iguales, con la sola excepción que el primero era un coupé y el segundo un convertible. El Vantage contaba con un impresionante propulsor V8 de 5,4 litros con una velocidad máxima de 274 Km/h
Cuando el marketing se coló en el cine, el agente se vio obligado a cambiar de coche y entra en escena BMW con tres modelos, abandonando por primera vez los coches ingleses: el BMW Z8 en “El mundo nunca es suficiente” (1999), el BMW Z3 en “Goldeneye” (1995) y el BMW 750 Li en el “El mañana nunca muere” (1997). De estos queremos destacar el Z8 y su potente propulsor V8 de inyección electrónica y 400 CV. Podía desarrollar 250 Km/h y en salida era espectacular; tan sólo necesitaba 4,7 segundos para pasar de 0 a 100km/h.
En las últimas películas, vuelve Aston Martin. El Vanquish aparecía en “Muere otro día” (2002) y montaba un propulsor de 12 cilindros en V de 460 CV con el que alcanzaba los 306 Km/h de velocidad punta. El DBS V12 de “Casino Royale” (2006) es un deportivo con un motor de 12 cilindros dispuestos en V capaz de entregar 517 Cv de potencia con el que se alcanzan los 310 Km/h de velocidad punta y pasa de 0 a 100 Km/h en sólo 4,3 segundos. En 2008 se estrenó “Quantum of Solance” y James Bond tomó los mandos del recién presentado DBS 2008, un modelo muy similar al de la anterior entrega pero que incluía algunas novedades.
En definitiva, Aston Martin es el coche al que la figura del agente estará unida para siempre, para bien o para mal, pues ha aparecido en 9 ocasiones en la saga de Bond, siendo “Skyfall” la última cinta en añadirse a la lista con el modelo DB5.
Quien fuera superagente para poder gozar de estas maravillas… Además de otras que todos ya imaginamos…