El automóvil del futuro tendrá piloto automático, mecánica eléctrica sin emisiones y conectividad permanente a Internet. Es decir conducción robotizada, propulsión limpia y un universo de servicios digitales. Los automóviles que vienen, con los Mercedes-Benz a la cabeza, reforzarán su inteligencia artificial y desarrollarán funciones que hasta ahora sólo se veían en las películas. Éstas son algunas de las más destacadas.
Piloto Automático. El piloto semiautomático para autopista ya está en la calle y la conducción totalmente autónoma, que convertirá al conductor en pasajero, se estrenará en 2020 y las previsiones señalan que estará ya presente en un buen número de automóviles a partir de 2025. Éste es el calendario que manejan tanto los fabricantes como las compañías de componentes electrónicos, que proporcionan los equipos de visión y control que necesitan los vehículos para conducirse solos. Hoy en día, muchos modelos pueden conducirse a sí mismos en línea recta, acelerando y frenando para adaptarse a los flujos del tráfico y mantener la distancia de seguridad. Basta con que incluyan cambio automático y control de velocidad inteligente, el ACC. La suma de los automatismos parciales , como el asistente de cambio de carril, la robotización de los adelantamientos o la circulación automática por rotondas, será la clave para conseguir el automatismo total.
Una condición imprescindible para que los coches hagan movimientos autónomos con seguridad es poder ver y controlar el entorno, y aquí entran en juego las cámaras, radares y sensores y los programas de análisis de imágenes y trayectorias. A finales de la década pasada llegaron las cámaras 3D, que permitían a los coches no sólo supervisar lo que sucedía por delante, sino también por los lados, estableciendo así las bases necesarias para que su campo visual abarcase 360 grados y pudieran ver todo en todas direcciones. Los modelos actuales más sofisticados llevan hasta 20 ojos electrónicos y software de alta capacidad. Pero falta aún incorporar mapas con mayor precisión (de centímetros, no metros) y testar a los equipos para reforzar la fiabilidad de funcionamiento y pasar del 90% de ahora al 99%, que es el porcentaje de seguridad que se exige a los aviones.
Mecánica limpia. El futuro del automóvil depende de garantizar su sostenibilidad ambiental . Las crisis de contaminación que afectan cada vez más a las grandes ciudades son el último aviso y el continuo incremento del parque móvil mundial no hará sino agravar esta problemática. Afortunadamente, la solución tecnológica ya se conoce y es la electricidad. Los modelos eléctricos no producen emisiones al circular y ayudan a 'limpiar' los entornos urbanos o, al menos, a no seguir acumulando polución. El automóvil eléctrico es, por tanto, el futuro. La duda es qué alternativa se impondrá, si la de baterías o la de hidrógeno. El coche eléctrico con baterías es más sencillo técnicamente que el de hidrógeno y, por tanto, menos costoso, pero sigue teniendo una autonomía y tiempo de recarga mejorables.
El de hidrógeno, por su parte, ofrece un radio de acción superior y similar al de los modelos de gasolina y se llena al completo en unos cuatro minutos. Pero es como integrar una central eléctrica en un coche: en la mecánica de los eléctricos a pilas suma las células de hidrógeno y los depósitos asociados. Y es que el hidrógeno de los tanques reacciona con el oxígeno del aire en el interior de las células, produce electricidad y ésta se envía al motor para mover el vehículo. La reacción produce como residuo vapor de agua, que es el que sale por el escape. Los depósitos tampoco son sencillos, porque el hidrógeno se almacena como gas a una elevada presión de 700 bares; la producción masiva del combustible genera así dudas en cuanto a su rentabilidad y ecología, y tampoco existe en la mayoría de países una red de abastecimiento desplegada. Si, como prevén los ingenieros, las baterías alcanzan un grado de desarrollo suficiente para rivalizar en rendimiento con los vehículos de hidrógeno, éstos podrían dejar de tener sentido.
Conectividad total. A distancia, desde móviles, tabletas e incluso relojes inteligentes, el conductor podrá interactuar con su vehículo y realizar diversas operaciones, como abrir y cerrar las puertas, conectar el climatizador, comprobar la presión de los neumáticos o la cantidad de combustible, descargar una ruta en el navegador e incluso localizar el vehículo vía GPS, tanto en aparcamientos de gran tamaño como en caso de robos. Son sólo algunos ejemplos de las posibilidades prácticas que brinda la nueva conectividad del automóvil . La conectividad es bidireccional, es decir, del conductor hacia el coche pero también del coche hacia la red y el entorno. Es en este segundo camino cuando permite disfrutar de Internet a bordo del vehículo, abriendo un auténtico universo de servicios digitales, desde aplicaciones para consultar el tiempo y realizar una reserva en un hotel o restaurante hasta actualizar al minuto el estado del tráfico.
Sin embargo, cada vez más modelos son capaces de generar una señal WiFi, incluso 4G, para que los ocupantes puedan navegar con sus dispositivos como si estuvieran en casa. Algunas de estas funciones ya están en el mercado de manos de fabricantes premium, como Mercedes. En un futuro próximo, esta conectividad será permanente y el coche hablará también con el resto del tráfico e infraestructuras y permitirá funciones de seguridad sorprendentes: un conductor sabrá, antes de poder verlo físicamente, si hay un vehículo que se ha saltado el semáforo de la esquina a la que se aproxima, porque el semáforo se lo dirá en la red y esta en el coche que se avecina para que pueda evitar la colisión.
Un futuro que es mucho más cercano de lo que...
STERN MOTOR TE RECUERDA…
- El automóvil del futuro tendrá piloto automático, mecánica eléctrica sin emisiones y conectividad permanente a Internet. Es decir conducción robotizada, propulsión limpia y un universo de servicios digitales.