Cada vez son más los conductores que se decantan por los cambios automáticos y es raro el fabricante que no los ha incorporado en su gama de vehículos. Sin embargo, el precio, algún inconveniente y, sobre todo, varios prejuicios respecto a este tipo de transmisión impiden una extensión en el mercado europeo como la que se ha producido en Asia o Estados Unidos, por lo que los coches manuales se mantienen aún como líderes en nuestro continente.
A la hora de adquirir un vehículo y evaluar las diferentes opciones el factor económico suele ser importante – para algunas personas más que para otras, claro está – y aquí los de transmisión manual presentan una notable ventaja. Cierto es que su precio de compra es inferior, pero la creencia en que su consumo de carburante también lo es ha dejado de ser cierta gracias a los avances tecnológicos que se han logrado en los últimos tiempos en los cambios automáticos. Tampoco está claro que los costes de mantenimiento de los manuales sean menores, puesto que las reparaciones en los automáticos son más caras pero la supervisión de la electrónica impide que se produzcan ciertas averías.
Tecnología mejorada
Más allá del precio de compra, los argumentos a favor del sistema tradicional han ido haciéndose más escasos a medida que los sistemas que no requieren intervención del conductor han ido perfeccionándose técnicamente. Uno de los inconvenientes que más a menudo se ha achacado a los cambios automáticos es que no permiten tener tanto control sobre el vehículo, pero esto no es del todo cierto con una electrónica evolucionada que interpreta al instante los deseos del conductor y, además, depende en gran medida del tipo de cambio automático que elijamos: caja de doble embrague, con convertidor de par, manuales robotizados o CVT.
Todos estos tipos comparten en relación con la transmisión manual una mayor facilidad y comodidad de conducción. El esfuerzo físico es menor, puesto que no tenemos que utilizar el pie izquierdo para desembragar ni la mano derecha para cambiar la marcha. Esta reducción del esfuerzo se hace presente sobre todo al circular en ámbito urbano, especialmente en ciudades con tráfico intenso, pero también es de agradecer en tramos con muchas curvas, porque nos permite mantener las dos manos en todo momento en el volante, y en trayectos muy largos y fatigosos. El cambio automático, por otra parte, aparece como la mejor opción para conductores con problemas en las rodillas.
A todo esto, hay que añadir que la facilidad de manejo se traduce también en mayor seguridad. Con la transmisión automática, nos evitamos la sincronización del pisado del embrague y el movimiento de la palanca de cambios, pero también que el coche se cale, así como el apuro que se pasa en aquellas situaciones que tanto incomodan a los conductores noveles, tales como arrancar en una cuesta pronunciada, tener que utilizar varias marchas en un adelantamiento o las maniobras que requieren una aceleración extrema. Mientras que en un coche manual la resolución de estas situaciones depende de la pericia del conductor, en uno automático, no.
Oferta limitada
Sin embargo, este sistema sigue presentando ciertas desventajas respecto al tradicional. Por ejemplo, que nos encontramos con menos modelos disponibles a la hora de comprar. Sin duda, la oferta se ha ampliado mucho últimamente, pero en el mercado europeo las opciones con cambio manual son aún mayoritarias. También hay que tener en cuenta que, al tener menor demanda, nos podemos ver más limitados a la hora de vender un coche con transmisión automática en el mercado de segunda mano.
En conclusión, podemos decir que el cambio automático no sólo proporciona mayor comodidad y seguridad sino que gracias a los avances tecnológicos recientes ha superado la mayoría de las desventajas que tenía respecto al sistema manual. Ahora bien, lo que la técnica no podrá vencer jamás son las reticencias de aquellos que disfrutan conduciendo, cambiando de marcha, sintiendo que tienen el control… ¡Aquí no hay argumento que podamos oponer!