Somos grandes defensores del coche eléctrico por lo que supone de mejora en la sostenibilidad de la movilidad. Sin embargo, no podemos obviar los hándicaps que aún presentan este tipo de vehículos y por eso creemos que es importante tener en cuenta a la hora de tomar la decisión cuáles son nuestras necesidades y en qué debemos fijarnos a la hora de elegir un modelo u otro.
Antes que nada, debemos preguntarnos si encajamos con el perfil de usuario que se puede ver más beneficiado con la adquisición de un vehículo eléctrico. La movilidad de una parte importante de la población suele mantener un patrón constante y, de hecho, más del 80% de las personas que utiliza el vehículo privado para ir al trabajo realiza menos de 50 km al día. Si analizamos la oferta actual de vehículos eléctricos, podemos observar que muchos de ellos reúnen las condiciones suficientes para cubrir dichas necesidades de movilidad diaria. El problema aparece cuando pretendemos que dicho vehículo cubra esos momentos puntuales de movilidad de largo recorrido, que con un coche convencional no suponen ningún problema, pero que con un eléctrico se vuelven prácticamente inviables. La cuestión es valorar si la frecuencia de esos viajes largos es suficiente como para justificar la compra de un vehículo convencional en vez de uno más sostenible.
Cómo escoger modelo
En caso que estemos valorando la posibilidad de adquirir un vehículo eléctrico, debemos considerar diversas cuestiones. A parte del precio de compra, debemos tener en cuenta las prestaciones del vehículo (básicamente la autonomía), la habitabilidad, el tipo de conexión que utiliza para la recarga, así como el servicio que ofrece la marca, y la garantía de las baterías, que es la parte más costosa del vehículo eléctrico y que tiene una vida limitada.
La elección de un modelo u otro de eléctrico también se puede ver condicionada por el hecho de que éste vaya a ser nuestro único vehículo o vaya a ser complementario al vehículo convencional. Existen opciones, como por ejemplo el Renault Twizy, que pueden cubrir gran parte de las necesidades de movilidad individual o de máximo dos personas, pero no podrían cubrirlas en caso de necesitar desplazar a 3 o más personas. Es por ello que, antes de nada, debemos analizar fríamente cuáles son nuestros tipos de desplazamientos diarios y puntuales, y ver cuál es la opción que mejor se adapta a nuestras necesidades.
Gastos asociados
A la hora de adquirir un vehículo eléctrico debemos tener en cuenta que el desembolso de dinero no se limitará al correspondiente a la compra del coche y que hay determinados condicionantes que no podemos obviar. En casi el 100% de los casos, es imprescindible disponer de una plaza de parking con un punto de recarga habilitado. Esto actualmente es un handicap, pues las actuales normativas no son claras al respecto, y dificultan a los usuarios su instalación. Por otro lado, antes de la colocación debemos asegurarnos que 100% compatible con el sistema de recarga del vehículo. Así que es importante que nos informemos bien sobre estas infraestructuras y su coste de instalación previamente a la compra del coche. Éste puede variar mucho, dependiendo del tipo y ubicación del punto, de los metros de conexión eléctrica desde la acometida del edificio, etc. En líneas generales, podemos decir que oscila entre los 500 euros para un punto de recarga sencillo y de fácil instalación hasta los aproximadamente 3.000 euros para los sistemas de recarga más complejos y modernos.
Otra cuestión que nos debemos plantear es si compramos o alquilamos las baterías. Si no queremos tener problemas en un futuro cuando el vehículo finalice su garantía, es recomendable inclinarse por la opción del alquiler, ya que el fabricante siempre responderá de una bajada considerable de autonomía del vehículo, así como en los casos en los que el pack de baterías finalice prematuramente su vida útil. Él debe garantizar el buen funcionamiento y, en caso de anomalías o avería, está obligado a sustituirlo, mientras se cumplan las condiciones del contrato de alquiler. Por el contrario, si en la adquisición del vehículo están incluidas las baterías, en el supuesto que tengamos que sustituir el pack al poco tiempo de haber finalizado la garantía, deberemos realizar un desembolso muy elevado de dinero, ya que el coste de éstas es de aproximadamente un tercio del coste total del coche.
Ayudas a la compra
Viendo todas estas cuestiones, es evidente que uno de los principales escollos para la implantación del eléctrico es su sobrecoste en relación al los vehículos con carburante tradicional. Sin embargo, actualmente, existen ayudas para la compra gestionadas por el IDAE para compensar el desequilibrio. Las subvenciones a los vehículos eléctricos tipo turismo oscilan entre los 3.000 € y los 6.500 €. Para familias numerosas y/o con discapacitados, dichas ayudas se ven incrementadas, y para los casos de otras categorías como camiones o autobuses son incluso superiores. Las ayudas son compatibles con otras subvenciones, como por ejemplo, el PIVE6.
Gracias al apoyo público, pues, el hándicap económico queda en gran parte superado, al menos hasta que se agote el presupuesto. Eso no nos ahorra, sin embargo, tener que darle unas vueltas a todas las cuestiones planteadas.