- Al arrancar el coche no pisar el acelerador. En el caso de los motores de gasolina iniciar la marcha inmediatamente después del arranque y en los diésel esperar unos segundos.
-Usar la primera marcha sólo para el inicio de la marcha y cambiar a segunda a los dos segundos o seis metros aproximadamente.
-Al inicio del recorrido avanzar a una velocidad moderada, acelerando progresivamente. Esperar a que la temperatura del motor se estabilice para demandar la máxima potencia. Además, hay que tener en cuenta que los acelerones en frío someten a esfuerzos extras al motor, reducen su duración e incrementa el consumo.
-Circular a unas 1500 o 2000 revoluciones por minuto en coches diésel, y a unos 2000 o 2500 revoluciones en los de gasolina.
-Conducir evitando frenazos, aceleraciones bruscas y los cambios de marcha innecesarios. Mantener siempre una adecuada distancia de seguridad y circular a una velocidad regular, ya que de esta forma se puede ahorrar entre un 10% y un 15% de carburante.
-Moderar la velocidad ya que, además de mejorar la seguridad, por encima de los 100km/h el consumo de combustible se multiplica.
-Apagar el motor del vehículo en paradas superiores a un minuto.
-Cuando se circula bajando una pendiente, conviene levantar el pie del acelerador y aprovechar así la inercia del coche, utilizando el cambio de pedal de freno para efectuar pequeñas correcciones y ajustar la velocidad. No se debe dejar el cambio de marchas en punto muerto, ya que no solo es peligroso, sino que además el coche consume más.
-No conducir con las ventanas bajadas, ya que esto provoca una mayor resistencia al movimiento y, por tanto, mayor esfuerzo del motor y mayor consumo.
-Utilizar el aire acondicionado sólo lo imprescindible ya que su uso aumenta hasta un 20% el consumo.
-Los accesorios exteriores aumentan la resistencia del vehículo al aire y por lo tanto incrementan el consumo del carburante. Por ello, no es recomendable transportar objetos en el exterior del coche o en la baca si no es estrictamente necesario.
-El peso de los objetos transportados en el vehículo y el de sus ocupantes influyen sobre el consumo de manera apreciable, sobre todo en los arranques y periodos de aceleración.
-Revisar los neumáticos para tenerlos siempre con la presión idónea. Una rueda inflada por debajo de su presión aumenta la resistencia al rodaje y por lo consiguiente obliga al motor a trabajar más. Incrementa el consumo un 10%, reduce la vida de los neumáticos y disminuye la seguridad.
-Se debe cambiar cuando corresponde el aceite, bujías y filtros pues de lo contrario se puede aumentar el consumo. Incluso el uso de un aceite incorrecto puede aumentarlo.
-Ir a las gasolineras con mucha gente. Las estaciones que están siempre llenas tienen que recargar sus tanques regularmente, lo que significa que su gasolina es más fresca. La gasolina fresca tiene mayor potencia que la que lleva varios días guardada.
-En trayectos muy cortos el consumo se dispara. En estos casos es recomendable utilizar el transporte público.